Autor: JUSTO ALDU
Acaba la noche
y en un resquicio de la memoria turbulenta
se ahoga como un recuerdo lejano
como un irrecuperable olor,
allí donde orea mis oídos el aire nocturno,
adherido a mis sentimientos.
Recuerdo lejano
profundamente cálido…
sí, es un recuerdo lejano
que me hace estremecer la sangre
Soy cronista de dolores ajenos
y con mi escudo de cuero roto
recorro las miserias
pensando en los suspiros inútiles
y los deseos sin rumbo
enrarecidos por la herrumbre
de la desesperanza del abandono
y los siento tan míos, tan profundamente míos,
sencillamente al lado mío
que las penas
se pudren entre mi existencia
y casi no me dejan nada para dar.
¿Porqué este reguero de pedruscos no
comprende nunca los horrores que repito?
Mi luz alumbra por ellos,
por los que nada tienen
y he de continuar mi búsqueda de laúdes nuevos
entre sorpresas y temblores,
aunque ponga mi retrato
sobre la despiadada miseria.
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