miércoles, 28 de agosto de 2013

LA LUNA DE MOHAMMED




Los dorados y destelleantes brazos de la media luna otomana con disimulo bañaban los blancuzcos techos. Caía una tarde cualquiera y se podía divisar la silueta claramente dibujada en el cielo. Mohammed se preparaba para cumplir con una más de las cinco veces que debe orar en dirección a la Meca, las lágrimas anegaban su hierática faz, mientras se hincaba frente a una pequeña alfombra con delicados dibujos árabes. Era un hombre bueno, justo y luchador que jamás hizo daño a nadie, incluso respetaba las pequeñas flores que veía en su camino. Al igual que los cristianos lo hacen con la Biblia, él leía con frecuencia El Corán. 

El árabe concluyó sus oraciones, se incorporó lentamente y aún apesadumbrado, salió y observó el dantesco cuadro se cernía en las calles, la población aún no sabía qué hacer, iba y venía gritando. Mujeres que en medio de la desesperación perdieron su burka, buscando histéricamente sus familiares y conocidos. Días antes, en un suburbio de Damasco donde residen, gas tóxico se esparció entre las casas. 
Muchos bajaron a sus sótanos tratando de escapar, lo que ignoraban era que éste era un gas pesado y bajó con ellos. Solo encontraron la muerte entre estertores y bocas espumeantes. Ahí estaban sus cuerpos dispuestos en distintos sitios, prestos a ser descubiertos y engrosar la lista negra. 

Muy dentro Mohammed lo sabía, esas no fueron las enseñanzas del profeta y muchos no pueden sentirse menos que consternados por el nivel de violencia. Al principio, había desconcierto. Se dudaba, pero luego, distintas personas que encontraba en las calles le fueron confirmando el brutal ataque en el que murieron indiscriminadamente hombres, mujeres y niños. Igual comprobó cuando se detuvo para escuchar a un médico grabando el reporte. “La atropina y la hidrocortisona, no fue suficiente para abastecer los centros de atención hospitalaria, 36,000 jeringuillas fueron utilizadas para aliviar los síntomas en los sobrevivientes.” Mohammed no estaba presente cuando se dio el hecho. Fue a vender una importante carga a otro sector de la capital. Como muchos árabes es un comerciante y mantiene así a su esposa y a una larga descendencia. Cuando regresó, no había nadie, ni mujer, ni hermanos, ni amigos, ni hijos... 

Largos pasillos llenos de personas, tiradas sobre el piso con movimientos involuntarios llenaban hospitales. Las que sobrevivieron hacían preguntas inconexas y sus pupilas aún contraídas daban cuenta del abyecto ataque. Los enfermeros y colaboradores abandonaron poco a poco sus funciones, quizá porque muchos murieron al impregnarse con los agentes químicos de sus víctimas y cundió el pánico. 

Había que agregarle otro capítulo al legendario libro de Alighieri.

Mohammed movía la cabeza de un lado a otro y sus ojos se empañaron nuevamente. Así caminó en círculos días enteros, como un orate sin saber su destino. Finalmente se sintió liviano, como si flotara en medio de una nube. Es la gloria de “Alá” pensó, pues no tenía dolor, ni llanto. Tampoco sentía sus pies. A lo lejos, divisó un objeto semi enterrado, reconoció la pequeña banderita de las barras y las estrellas, aguzó la vista leyendo atentamente “T-o-m-a-h-a-w-c-k” misil. Entonces comprendió que él, ya tampoco existía. 



Autor: Justo Aldú

lunes, 5 de agosto de 2013

Y TE PIENSO



Hoy me dio vergüenza ver mis facciones de lobo
en el espejo de una lata
pero no había otra cosa
que reflejara en su febril inocencia
mi contumaz deseo.

Y te pienso
Como tótem arraigado de mi infancia
luego diosa irrespetada por miradas
que en mi vida
rodeada de inexplicables acciones
comprendí extranjera.

Y pienso
como orate del destino
que en su pasajera cordura
navega con sus verbos tus poemas
conspirando quizá contra el olvido
alargando en perspectiva aquella tarde.

Aguazal de sentimientos.

En el cristal de tus ojos, te pienso
soy granito de tus cuencas, fiel a ti.
Mi amor en roca esculpido
La noche en mí se abre para adentro
me encierra dejando en libertad el sigilo
y con pensamientos
navego en los colores de tu ermita
no solo en lo verde de la vida
también en los tonos ciertos
hermosos en sus anuncios de quermés
así descubro el arcoíris
antes de llegar al final

Ay del que cuida su futuro
y no ha vivido el ahora,
tal vez no viva el después.
Antes de llegar han pasado noticias.
Por eso te piens
o


Autor:Justo Aldú © J.A.S.D. 2013
Imagen: Internet