sábado, 2 de agosto de 2014

DEJAR PARA OTRO DÍA




Podría dejar para otro día el batallar,
            no sentir dolores detonando
bajo la piel.
            Tu cuerpo…
            El amor…
                                   La mañana triste…
                                               Las arrugas…
                                                           El sopor…
                                                                                   La tortura ácida del tiempo.
Dejar de luchar para después,
pero son dolores de hoy
que nos toman por asalto
cuando nos disponemos
a llegar puntuales a la cita
con una sotana elevando el cáliz,
una ostia blanca y la complicidad del paraíso,
luego, que nos lleven flores
donde quizá se escuche un responso
para sentirse socialmente reconfortados,
pero dolorosamente falsos.

Dejar de batallar,
tan solo dejar de batallar…
Y olvidar los recuerdos.
Aquellas interminables horas de juego;
quizá fue demasiado parque Urracá
para esos soles de verano
y comer paz bajo un cuadro
de la última cena
e ir a los brazos de Morfeo
sin perder lo vivido en la mente,
Si, es difícil hacerlo,
sudando o derramando lágrimas.
Decirle a la muerte:
Compañera, usted se ha ido sabiendo
que no soy su partidario,
solo firmé autógrafo
como preludio por mis acciones;
sabe que soy un tipo diferente,
de los que exponen su pellejo
para cubrir la justicia
mas hoy prefiero dejar su retrato en la repisa,
que llevarlo en la cartera… Más allá.

Es difícil dejarlo todo sin batallar,
aunque solo sea un transeúnte.

  
* Derechos de autor.

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