A los combatientes del conflicto bélico más antiguo de América que desangra una nación hermana.
Se vieron sus heridas
conocieron su jaula
sus manos vacías
eran tiempo sin calma.
Errante inquisidor
pastaba en los potreros
los dedos cual ramales
eran llagas del templo.
Cabalgará la paz
la justicia violada
sin agua, ni caballos
ni luciérnagas preñadas.
Los hijos de la estirpe
ven la vida apuñalada.
Ya no queda montaña
no queda río
y dirán así mañana
no queda nada de nada.
Y el guerrero insiste
en levantar el arma
por sus ojos asoma
una luz en su mirada
sale al campo y empuña
la justicia como espada.
La muerte ve el convite.
-Destino de los hombres-
Las sombras en vigilia
seguirán el beso de la amada.
*Poema reeditado (Anécdota Primera)
Autor: Justo Aldú (Julio Stoute)
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