Tengo mi copa llena de angustias
y de un insistente ruido que se repite
día tras día.
Estas calles no comprenden
que contigo fue mi último septiembre
hoy sin rumbo ni color.
Busco el murmullo de tu cuerpo lejano
en los cielos encapotados
y solo encuentro el pulso indiferente de
las cosas.
Tu mañana llegó y se fue de mi vida
como una medusa sin dueño
en medio del ancho mar.
No sé que pudo haber sucedido.
Mi tierra se sacudió dejando llagas
la víspera de tu partida
Me dio por pensar que el mundo
tenía el propósito de ser por ti lleno,
huérfano de dolor
y ceñido a tus caderas con justicia
caminando las calles del Casco Antiguo
que nos acercó muchísimo ¿recuerdas?
Yo aprendí tu lenguaje y tu manera de
dolerte de las cosas
Hoy tengo una casa deshabitada en el
corazón.
La pluma en mi mano tiembla
con el presentimiento de tardes mustias
sobre la palpitante brisa
que trae derretido tu nombre
Te llevaste parte de mi vida en tu
equipaje
Y hoy me hago las preguntas perpetuas
¿Qué será de ti?
¿Qué será de mí?
¿Cómo dibujar el tamaño de nuestras
lágrimas
y la certeza que van dando los días
hoy en tu ausencia?
Esta ciudad hoy tiene un raro parecido a
ti
Con el futuro por crecer y el pasado intempestivo,
pero dentro de ella te prefiero,
no como ese monumento vivo
que dejó de hablar anticipando la
soledad,
anticipando tu partida…
Ahora espero el autobús de las 6…,
puntual
rumbo al trabajo,
en una ciudad que aún llora tu partida…
otras calles,
otros rostros,
otras canciones
pero la misma poesía.
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